oceano

Sumergíos en el océano de mis palabras – Bahá’u’lláh

Un Tribunal Internacional de Justicia

Posted by catinur en julio 14, 2009

y290Foto: Marco Abrar – bahaipictures.com

Principios Bahá’ís:

LIGA UNIVERSAL DE NACIONES

Una propuesta recomendada por Bahá’u’lláh, es la de formar una Liga Universal de Naciones. En una carta a la Reina Victoria, escrita cuando aún se hallaba preso en los cuarteles de ‘Akká, Él decía:

«¡Oh gobernantes de la tierra! Estad reconciliados entre vosotros, para que no necesitéis más armamentos, salvo en la medida que exija el resguardo de vuestros territorios y dominios. Cuidado, no sea que desesteméis el consejo del Omnisciente, el Fiel.

Estad unidos, oh reyes de la tierra, pues con ello la tempestad de la discordia será acallada entre vosotros, y vuestro pueblo encontrará descanso, si sois de aquellos que comprenden. Si uno entre vosotros tomare armas contra otro, levantaos todos contra él, pues esto no es sino justicia manifiesta».

EN 1875, ‘Abdu’l-Bahá predijo el establecimiento de una Liga universal de Naciones:

«La verdadera civilización desplegará su estandarte en el mismo centro del corazón del mundo cuando cierto número de sus distinguidos soberanos de elevada mentalidad – los brillantes ejemplares de devoción y determinación – por el bien y la felicidad de toda la humanidad se levantarán con firme resolución y clara visión, para establecer la causa de la Paz Universal. Deben hacer de la Causa de la Paz el objeto de consultas generales, y buscar por todos los medios en su poder, la manera de establecer una unión de las naciones del mundo. Deben acordar un tratado terminante y establecer un convenio, las cláusulas del cual serán firmes, inviolables y definitivas. Deben proclamarlo a todo el mundo y obtener para él la sanción de toda la raza humana.

Esta noble y suprema tarea – la verdadera fuente de la paz y del bienestar de todo el mundo – debería ser considerada como sagrada por todos los que habitan la Tierra».

The Secret of Divine Civilization

UN TRIBUNAL INTERNACIONAL DE JUSTICIA

Bahá’u’lláh también abogó por el establecimiento de una Corte Inernacional de Arbitraje, para que las diferencias que se presentaran entre las naciones fuesen arregladas de acuerdo  con la justicia y la razón, en vez de recurrir a la fuerza.

En 1911, Abdu’l-Bahá dijo:

«Un supremo Tribunal será establecido por los pueblos y gobiernos de todas las naciones, compuesto de miembros elegidos por cada país y gobierno. Los miembros de este gran consejo se reunirán en unidad. Todas las disputas de carácter internacional serán sometidas a esta corte, cuyo trabajo será arreglar, por medio de arbitraje , todos los asuntos que, de otro modo serían causa de guerra. La misión de este tribunal sería evitar la guerra».

Sabiduría de ‘Abdu’l-Bahá

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Principios Bahá’ís: La Paz Mundial

Posted by catinur en May 12, 2009

y220Foto: Edificio de la Casa Universal de Justicia por Marco Abrar – http://www.bahaipictures.com

Principios Bahá’ís – La Paz Mundial

Un Tribunal Supremo será establecido por los pueblos y gobiernos de todas las naciones, compuesto de miembros elegidos de cada país y gobierno.Los miembros de este Gran Consejo se reunirán en unidad. Todas las disputas de carácter internacional serán sometidas a esta Corte, cuyo trabajo será resolver, por medio del arbitraje, todos los asuntos que de otra forma serían causa de guerra. La misión de este Tribunal sería la de evitar la gerra.

Uno de los grandes pasos hacia la paz mundial sería el establecimiento de un idioma universal. Bahá’u’lláh dispone que  los siervos de la humanidad deberían reunirse y escoger, o bien una lengua ya existente, o bien crear una nueva. Esto fue revelado en el Kitáb-i-Aqdas hace 138 años. La cuestión de  la diversidad de lenguas es muy complicada. Existen más de ochocientos idiomas en el mundo, y nadie podría aprenderlos todos.

Las razas de la humanidad ya no están aisladas, como en los días de antaño. actualmente, para estar en estrecha relación con otros países es necesario saber hablar sus lenguas.

Un idioma universal haría posible el intercambio con todas las naciones. De este modo, sería necesario aprender sólo dos idiomes, la lengua materna y el idioma universal. Este último permitiría a una persona comunicarse con todos y cada uno de los seres humanos del mundo.

No sería necesario un tercer idioma. ¡Qué útil y qué cómodo para todos poder hablar con un miembro de cualquier raza o de cualquier país sin necesidad de un intérprete!

El esperanto se ha creado con esta finalidad en mente; es una invención admirable y una obra espléndida, pero necesita ser perfeccionado. El esperanto, tal y como está, es sumamente difícil para algunas personas.

Debería formarse un congreso internacional integrado por delegados de todas las naciones del mundo , orientales así como occidentales. Este congreso crearía un idioma que pudiera ser aprendido por todos, y todos los países resultarían sumamente beneficiados.

Hasta que tal idioma esté en uso, el mundo continuará sintiendo la intensa necesidad de este medio de intercambio. La diferencia de idioma es una de las causas más de desacuerdo y desconfianza que existe entre las naciones, que se mantienen distantes por la imposibilidad de    comprender el dioma de la otra, más que por ninguna otra razón.

Si todo el mundo pudiese hablar una sola lengua, ¡Cuánto más fácil sería servir a la humanidad!

Por consiguiente, apreciad el esperanto, pues es el comienzo del cumplimiento de una de las más importantes Leyes de Bahá’u’lláh, y debe ser continuamente mejorado y perfeccionado.

Abdu’l-Bahá – Conferencias de París-1911

Editorial Bahá’í de España

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Principios Bahá’ís: La religión debe ser causa de amor, afecto y unión

Posted by catinur en abril 26, 2009

x010Foto: Jardines Bahá’ís en Haifa por Marco Abrar – http://www.bahaipictures.com

Principios bahá’ís: La religión debe ser causa de amor, afecto y unión

La religión debería unir a todos los corazones y hacer que las guerras y las disputas se desvanecieran de la faz de la tierra, dando nacimiento a la espiritualidad, confiriendo vida y luz a cada corazón. Si la religión se convierte en causa de aversión, de odio y de división, sería mejor no tener ninguna y apartarse de semejante religión sería un acto verdaderamente religioso. Pues está claro que el propósito de un remedio es curar; pero si el remedio sólo sirve para agravar la enfermedad sería mejor desecharlo.

Una religión que no sea causa de amor y unidad no es una religión. Todos los santos profetas fueron como médicos para el alma; prescribieron un tratamiento para la curación de la humanidad; por tanto, cualquier remedio que cause enfermedad no proviene del gran Médico Supremo.

Abdu’l-Bahá – La Sabiduría de Abdu’l-Bahá

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Principios Bahá’ís: Educación Universal Obligatoria

Posted by catinur en marzo 23, 2009

xxxFoto: Terrazas Monte Carmelo – Marco Abrar – http://www.bahaipictures.com

Principios Bahá’ís: Educación Universal Obligatoria

La educación es necesaria para el desarrollo de aptitudes y talentos potenciales que pueden usarse luego con un espíritu de servicio.

«El hombre es el talismán supremo. Sin embargo, la falta de educación apropiada le ha privado de aquello que inherentemente posee. Por una sola palabra procedente de la boca de Dios, fue llamado a existir; por una palabra más,fue guiado a reconocer la Fuente de su educación; por otra palabra aún, su posición y destino fueron asegurados. El Gran Ser dice: Considerad al hombre como una mina rica en gemas de valor inestimable. Solamente la educación puede hacerle revelar sus tesoros y permitir a la humanidad aprovecharse de esto». Bahá’u’lláh

«Todos los niños y niñas deben ser instruidos de manera que no quede ni un sólo individuo sin instrucción… A esta instrucción, se debe agregar una profesión o un oficio». «La educación esencial, y todas las normas de entrenamiento y enseñanza a través del mundo deben llegar a un ajuste y acuerdo; se debe establecer un sistema universal de educación y la base de la ética debe ser igual».

La educaión, en el sentido que usa Bahá’u’láh la palabra, no se limita al conocimiento que se adquiere solamente en los colegios. Más bien se refiere más ampliamente al desarrolo de las potencialidades de la persona en el servicio a la humanidad. 

«La fuente de toda erudición es el conocimiento de Dios, ¡exaltada sea su Gloria!, y ello no puede ser alcanzado salvo por el conocimiento de su Divina Manifestación.

A través de las Enseñanzas de este Sol de la Verdad, todo hombre avanzará y se desarrollará hasta que alcance el estado en que pueda manifestar todas las fuerzas potenciales con que ha sido dotado su más íntimo ser verdadero. Es con este mismo objetivo que en cada edad y dispensación los Profetas de Dios y Sus Escogidos han aparecido entre los hombres, y han mostrado tal fuerza como la que nace de Dios, y tal poder como sólo el Eterno puede revelar.» Bahá’u’lláh

Además de procurar su propia educación espiritual, que es en esencia el proceso de cumplir el propósito de Dios para el hombre mediante la adquisición de virtudes, el hombre debe buscar el tipo de educación que le capacite para ganarse la vida. Todo bahá’í tiene la obligación de educarse espiritualmente y materialmente, escoger una profesión y esforzarse por distinguirse mediante la excelencia de su trabajo y su actitud de servicio. De esta manera ejemplifica la vida bahá’í y atiende a sus obligaciones económicas.»

«…/la educación mejora la moral de la humanidad, confiere las ventajas de la civilización y eleva al hombre de los grados más bajos al estado de sublimidad (…)  A pesar de que la capacidad individual no es la misma en todos los seres humanos, cada miembro de la raza humana es capaz de educarse»  (…) las santas Manifestaciones de Dios, los Profetas Divinos, son los primeros maestros de la raza humana. Son los educadores universales, y los principios fundamentales que han proclamado son las causas y los factores de adelanto de las naciones».  Abdu’l-Bahá

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Eliminación de los extremos de riqueza y pobreza

Posted by catinur en marzo 18, 2009

tierra-santa-por-farideh1Foto: Farideh – Jardines bahá’ís en Haifa

Principios Bahá’ís

Eliminación de los extremos de riqueza y pobreza

Uno de los más importantes principios de la Enseñanza de Bahá’u’lláh es:

El derecho de todo ser humano al pan de cada día, por medio del cual subsiste, o a la equiparación de los medios de subsistencia.

Las medidas para regulizar las condiciones económicas de la gente deberían ser tales que la pobreza desapareciera y que todos, en la medida de lo posible y de acuerdo con su rango y posición, tuvieran su parte de comodidad y bienestar.

Por un lado, vemos entre nosotros a personas que están sobrecargadas de riquezas, y por otro lado, otras desafortunadas que desfallecen por no tener ni qué comer; aquellos que tienen varios palacios imponentes, y otros que no tienen dónde descansar su cabeza. Encontramos a algunos con abundancia de alimentos, exquisitos y costosos; mientras que otros apenas pueden conseguir un mendrugo para mantenerse con vida. Mientras unos se visten con terciopelos, pieles y delicado lino, otros sólo tienen prendas miserables, pobres y ligeras con las que protegerse del frío.

Esta situación es injusta, y debe ser remediada. Pero el remedio deberá emprenderse con sumo cuidado. No puede hacerse de manera que haya absoluta igualdad entre las personas.

¡La igualdad es una quimera! ¡es completamente impracticable! Aun cuando la igualdad se alcanzara, no tendría continuidad, y si su existencia fuese posible, todo el orden del mundo sería destruído. La ley del orden debe existir siempre en el mundo de la humanidad. Éste es un decreto divino aplicado a la creación del ser humano.

Algunos tienen una gran inteligencia, otros tienen una inteligencia común, y otros están desprovistos de intelecto. entre estas tres clases de individuos existe un orden, pero no una igualdad. ¿Cómo podría ser que la sabiduría y la necedad fueran iguales? La humanidad, como un gran ejército, necesita un general, capitanes, suboficiales de todos los grados, y también soldados, cada uno con sus deberes señalados. los grados son absolutamente necesarios para asegurar una organización ordenada. Un ejército no podría componerse solamente de generales, o de capitanes, o tan sólo de soldados sin ninguna autoridad. El resultado de un plan semejante, sin duda, sería que el desorden y la desmoralización se apoderarían de todo el ejército.

El rey Licurgo, el filósofo, formuló un gran plan para igualar a los ciudadanos de Esparta; con su propio sacrificio personal y gran sabiduría comenzó el experimento. Entonces, el rey convocó al pueblo de su reino y les hizo jurar que mantendrían el mismo sistema de gobierno en caso de que él dejara el país, y que además no harían nada por alterarlo hasta su regreso. Habiendo asegurado este juramento, dejó su reino de Esparta y jamás regresó. Licurgo abandonó su puesto, renunciando a su elevado rango, pensando que lograría el bienestar permanente de su país por medio de la igualdad de los bienes y las condiciones de vida en su reino. Todo el sacrificio personal del rey fue vano. El gran experimento fracasó. Después de algún tiempo todo fue destruído, y la constitución, tan cuidadosamente elaborada, llegó a su fin.

La futilidad de tal proyecto quedó demostrada, y la imposibilidad de alcanzar iguales condicones de vida fue proclamada en el antiguo reino de Esparta. En nuestros días, cualquier intento semejante estaría igualmente condenado al fracaso.

Verdaderamente, habiendo algunos enormemente ricos y otros lamentablemente pobres, es necesaria una organización para regular y mejorar tal estado de cosas. Es importante limitar la riqueza, como también es importante limitar la pobreza. Ninguno de los dos extremos es bueno. Lo más deseable es asentarse en un término medio. Si es justo que un capitalista posea una gran fortuna, es igualmente justo que sus trabajadores tengan los medios suficientes para vivir.

No debería existir un financiero con una colosal riqueza mientras cerca de él haya alguien en extrema necesidad. Cuando vemos que la pobreza alcanza los límites del hambre, es un signo seguro de que en alguna parte existe tiranía. La humanidad debe implicarse de lleno en este asunto, y no demorar por más tiempo la modificación de las condiciones que causan la miseria de la tiranía de la pobreza a un gran número de personas. Los ricos deben dar una parte de su abundancia, deben enternecer su corazón y cultivar una inteligencia compasiva, pensando en aquellos infelices que carecen de lo más necesario para la vida.

Deberán establecerse leyes especiales, que traten de las condiciones extremas de riqueza y de pobreza. Los funcionarios del gobierno deberían tener en cuenta las leyes de Dios cuando formulen planes para gobernar al pueblo. Los derechos universales de la humanidad deben ser protegidos y preservados.

Los gobiernos de los distintos países deberán ajustarse a la Ley Divina, que otorga igual justicia a todos. Ésta es la única manera de abolir la deplorable futilidad de la riqueza exagerada, así como la miserable, desmoralizante y degradante pobreza. Hasta que esto no sea un hecho, no se habrá obedecido la ley de Dios.

Abdu’l-Bahá – Conferencias de París – 1911

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Igualdad de derechos y oportunidades para hombres y mujeres

Posted by catinur en marzo 2, 2009

adelfasFoto: Marco Abrar -www.bahaipictures.com

Principios Bahá’ís

Igualdad de derechos y oportunidades para hombres y la mujeres

Dios ha creado a todas las criaturas en parejas. El ser humano, la bestia o los vegetales, todo en estos tres reinos es de dos sexos, y entre ambos existe igualdad absoluta.

En el mundo vegetal existen plantas macho y plantas hembra, tienen iguales derechos que comparten por igual la belleza de su especie; aunque en verdad, el árbol que produce frutos podría decirse que es superior al que no los produce.

En el reino animal vemos que el macho y la hembra tienen iguales derechos, y que cada uno de ellos participa de los beneficios de su clase.

Ahora bien, en los dos reinos inferiores de la naturaleza hemos visto que no se plantea la cuestión de la superioridad de un sexo sobre el otro. En el mundo de la humanidad encontramos una gran diferencia; el sexo femenino es tratado como si fuese inferior, y no se le conceden los mismos derechos y privilegios. Esta condición no es debida a la naturaleza, sino a la educación. En la Creación Divina no existe tal distinción. A la vista de Dios, ningún sexo es superior al otro. ¿Por qué, entonces, un sexo debe afirmar la inferioridad del otro, adjudicándose derechos y privilegios como si Dios les hubiese concedido Su autoridad para tal modo de actuar? Si las mujeres recibieran las mismas oportunidades educativas que los hombres, el resultado demostraría la igualdad de capacidades de ambos para la adquisición del saber.

En ciertos aspectos, la mujer es superior al hombre. Posee un corazón más tierno, es más receptiva y su intuición es más intensa.

No se puede negar que, en varios sentidos, la mujer actualmente está más atrasada que el hombre, pero esta inferioridad temporal se debe a la falta de oportunidades educativas. En las necesidades de la vida, la mujer posee un instinto más poderoso que el del homre, pues él le debe a ella su propia existencia.

Si la madre es educada, entonces sus hijos serán bien instruidos. Si la madre es sabia, entonces sus hijos serán guiados hacia el camino de sabiduría. Si la madre es religiosa, enseñará a sus hijos cómo deben amar a Dios. Si la madre tiene moral, guiará a sus pequeños por los senderos de la rectitud.

Es evidente, entonces, que las generaciones futuras dependen de las madres de hoy. ¿No es ésta una responsabilidad vital para la mujer? ¿No necesita todas las ventajas posibles para capacitarse para semejante tarea?

Por consiguiente, con seguridad no agrada a Dios que un instrumento tan importante como es la mujer sufra de falta de instrucción, tan necesaria para el logro de la deseada perfección, indispensable para la gran obra de su vida. La Justicia Divina demanda que los derechos de ambos sexos sean igualmente respetados, puesto que ninguno de ellos es superior al otro ante los ojos del Cielo. La dignidad ante Dios no depende del sexo, sino de la puerza y luminosidad del corazón. ¡Las virtudes humanas pertenecen a todos por igual!

La mujer deberá esforzarse, pues, por alcanzar la mayor perfección, por ser igual al hombre en todos los aspectos, por progresar en todo aquello en lo que ha estado postergada para que el hombre se vea obligado a reconocer su igualdad en capacidad y logros.

En Europa, las mujeres han realizado mayores progresos que en Oriente, pero ¡aún hay mucho por hacer! Cuando los estudiantes llegan al término del año escolar se realiza un examen, cuyo resultado determina el conocimiento y capacidad de cada estudiante. De igual modo ocurrirá con la mujer; sus acciones demostrarán su poder, sin necesidad de proclamarlo con palabras.

Es mi esperanza que las mujeres de Oriente, así como sus hermanas de Occidente, progresen con rapidez hasta que la humanidad alcance la perfección.

La Munificencia de Dios es para todos y proporciona poder para todo progreso. Cuando los hombres reconozcan la igualdad de las mujeres no será necesario que ellas luchen por sus derechos. Uno de los principios de Bahá’u’lláh es, por tanto, la igualdad de sexos.

Las mujeres deben hacer el mayor esfuerzo por adquirir poder espiritual y por desarrollar las virtudes de la sabiduría y la santidad hasta que su entendimiento y su esfuerzo logren la unidad del género humano. ¡Deben trabajar con vehemente entusiasmo para difundir la enseñanza de Bahá’u’lláh entre los pueblos, para que la radiante luz de la Divina Minificencia abrace las almas de todas las naciones del mundo!

Abdu’l-Bahá -Conferencias de París 1911

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La eliminación de toda clase de prejuicios

Posted by catinur en febrero 20, 2009

z300Foto: Jardines bahá’ís – Monte Carmelo – Haifa  de Marco Abrar  www.bahaipictures.com

Principios Bahá’ís

La eliminación de toda clase de prejuicios

Se debe renunciar a todos los prejuicios, ya sean de religión, de raza, de política o de nacionalidad, pues estos prejuicios han causado la enfermedad del mundo. Se trata de una grave dolencia, que, a menos que sea detenida, es capaz de provocar la destrucción de la totalidad de la raza humana. Todas las guerras ruinosas, con su terrible derramamiento de sangre y sus miserias, han sido causadas por uno u otro de estos prejuicios.

Las lamentables guerras que se suceden en estos días, han sido originadas por el odio religioso fanático de un pueblo hacia otro, o por los prejuicios de raza o de color.

Hasta que todas estas barreras erigidas por los prejuicios no sean derribadas, no será posible que la humanidad alcance la paz. Por esta razón Bahá’u’lláh ha dicho: «Estos prejuicios son perjudiciales para la humanidad.»

En primer lugar, contemplamos el prejuicio de religión: Considerad las naciones de los llamados pueblos religiosos; si fueran verdaderos adoradores de Dios obedecerían Su Ley, que les prohíbe matarse unos a otros.

Si los sacerdotes de la religión adoraran realmente al Dios de amor y   sirvieran a la Luz Divina, enseñarían a sus pueblos a guardar el principal Mandamiento: «Amar y ser caritativos con todos los seres humanos.» Pero encontramos lo contrario, pues a menudo son los sacerdotes quienes incitan a las naciones a luchar. ¡El odio religioso es siempre el más cruel!

Todas las religiones enseñan que deberíamos amarnos los unos a los otros, que deberíamos ver nuestros propios defectos antes de pretender condenar las faltas de los demás. que no debemos considerarnos superiores a nuestros semejantes. Debemos tener mucho cuidado  de no enaltecernos, para no ser humillados.

¿Quiénes somos nosotros para juzgar? ¿Cómo podemos saber nosotros quién es, a la vista de Dios, el más honrado? ¡Los pensamientos de Dios no son como los nuestros! Cuántas personas, que parecían santas ante sus amigos, cayeron en la mayor humillación. Pensad en Judas Iscariote; comenzó bien pero recordad  su final. Y por otro lado, Pablo, el Apóstol, en su juventud fue un enemigo de Cristo, mientras que más tarde se convirtió en Su siervo más fiel. ¿Cómo, entonces, podemos enorgullecernos y menospreciar a los demás?

Por tanto, seamos humildes, sin prejuicios, prefiriendo el bien de nuestro prójimo antes que el nuestro propio. Nunca digamos: «Yo soy un creyente, y él es un infiel»; yo estoy cerca de Dios, mientras que él es un descarriado.»  ¡Nunca podremos conocer cuál será el juicio final! Por tanto, ayudemos a todo aquel que necesite cualquier clase de ayuda.

Enseñemos al ignorante, y cuidemos al niño hasta que alcance la madurez. Cuando encontremos una persona que ha caído en las profundidades de la miseria o del pecado, debemos ser bondadosos con ella; tomadla de la mano y ayudadla a recobrar su equilibrio, su fuerza; debemos guiarla con amor y ternura, tratarla como a un amigo, no como un enemigo.

No tenemos derecho a considerar a ninguno de nuestros semejantes como si fuera un malvado.

Con respecto al prejuicio de raza: ¡es una ilusión, una pura y simple superstición! Pues Dios nos creó a todos de una sola raza. No existían diferencias al principio, pues todos somos descendientes de Adán. Además, en el principio tampoco hubo límites ni fronteras entre las diferentes regiones; ninguna parte de la tierra perteneció más a un pueblo que a otro. A los ojos de Dios no hay diferencia entre las distintas razas. ?Por qué ha de inventar el ser humano tal prejuicio? ¿Cómo podemos sostener una guerra basada en una ilusión?

Dios no creó al ser humano para que se destruyera entre sí. Todas las razas, tribus, sectas y clases disfrutan por igual de las bondades de su Padre Celestial.

La única diferencia real radica en los grados de fidelidad y de obediencia a las layes de Dios. Hay algunos que son como antorchas encendidas, otros que brillan como estrellas en el cielo de la humanidad. Aquellos que aman al género humano son los seres humanos superiores, cualquiera que sea la nacionalidad, credo o color que tengan. Pues es a ellos a quienes Dios dirigirá estas benditas palabras: «Bien hecho, mis buenos y fieles siervos.» En ese día Él no preguntará: «¿Eres inglés, o francés, o tal vez persa? ¿Vienes de Oriente, o de Occidente?»

La única división real es ésta: Existen seres humanos celestiales y seres humanos terrenales; servidores de la humanidad que se sacrifican por el amor del Altísimo, trayendo armonía y unidad, enseñando la paz y la buena voluntad entre las gentes y, por otra parte, personas egoístas, que odian a sus semejantes, en cuyos corazones el prejuicio ha reemplazado a la amorosa bondad, y cuya influencia crea discordia y contienda.

¿A qué raza o a qué color pertenecen estas dos divisiones de seres humanos, a la blanca, a la amarilla, a la negra, al Este, al Oeste, al Norte o al Sur? Si éstas son divisiones que Dios ha hecho, ¿por qué inventar otras?

El prejuicio político es una de las grandes causas de amarga contienda entre las criaturas de la raza humana. Hay personas que encuentran placer engendrando la discordia, y que están constantemente empeñadas en incitar a sus países para combatir contra otras naciones, y ello, ¿por qué? Piensan que obtendrán ventajas para su propio país, en detrimento de los demás. Envían ejércitos para arrasar y destruir la tierra, para hacerse famosos ante el mundo, por el placer de conquistar. Para que se diga: «Tal país ha derrotado a tal otro, y lo ha colocado bajo el yugo de su autoridad más poderosa y superior. » Esta victoria, obtenida a cambio de gran derramamiento de sangre, no perdura. El conquistador algún día será conquistado, y los vencidos serán los vencedores. Recordad la historia del pasado: ¿No conquistó Francia a Alemania más de una vez?, y luego, ¿no fue Alemania la que sojuzgó a Francia?

También sabemos que Francia conquistó a Inglaterra, y que luego la nación inglesa resultó victoriosa sobre Francia.

¡Estas gloriosas conquistas son tan efímeras! ¿Por qué darles tanta importancia a ellas y a su fama, como para estar dispuestos a derramar la sangre de los pueblos para alcanzarlas? Cualquier victoria ¿es acaso merecedora de la inevitable sucesión de males que sobreviven como consecuencia de la matanza humana, la pena, el dolor y la ruina que abruman a tantos hogares de ambas naciones? Puesto que no es posible que sufra un solo país.

¡Oh! ¿por qué el ser humano, el hijo desobediente de Dios, que debería ser un ejemplo del poder de la ley espiritual, desvía su rostro de la Divina Enseñanza y pone todos sus esfuerzos en la destrucción y la guerra?

Es mi esperanza que durante este siglo iluminado la Divina Luz del amor difunda su resplandor sobre el mundo entero, buscando la inteligencia sensible del corazón de cada ser humano, que la luz del sol de la Verdad guíe a los políticos, para que se despojen de todas las cadenas del prejuicio y de la superstición, y que con sus mentes libres sigan la Política de Dios; pues la Política Divina es poderosa, y la política humana es débil. Dios ha creado a todo el mundo, y derrama Su Divina Munificencia sobre todas las criaturas.

¿No somos nosotros los siervos de Dios? ¿Dejaremos de seguir el ejemplo de nuestro Maestro e ignoraremos Sus Mandamientos?

Ruego que el Reino venga a la tierra y que todas las sombras se disipen con la refulgencia del Sol Celestial.

La Sabiduría de Abdu’l-Bahá – Conferencias de París – 1911

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La armonía entre la ciencia y la religión (continuación)

Posted by catinur en febrero 9, 2009

x690Foto: Marco Abrar -www.bahaipictures.com

Principios bahá’ís

La armonía entre la ciencia y la religión

…/ Considerad lo que distingue al ser humano de entre todos los seres creados y hace de él una criatura diferente. ¿No es su poder de razonar, su inteligencia? ¿No debe hacer uso de ellos para el estudio de la religión? Yo os digo: pesad cuidadosamente en la balanza de la razón y de la ciencia todo lo que os sea presentado como religión. ¡Si pasa esta prueba, aceptadla, pues es la verdad! ¡Si, por contrario, no se ajusta a ella, rechazadla, pues es ignorancia!

¡Observad a vuestro alrededor y ved cómo el mundo de hoy está sumergido en la superstición y en las formas externas!

Algunos veneran el producto de su propia imaginación: crean para sí mismos un dios imaginario y le adoran, pero esta creación de sus mentes finitas no puede ser el Infinito y Poderoso Hacedor de todass las cosas visibles e invisibles. ¡Otros adoran al sol o a los árboles, y también a las piedras! En tiempos pasados, existían quienes adoraban al mar, a las nubes, ¡y hasta a la arcilla!

En nuestros días, algunas personas han llegado a un grado tal de apego a las formas y ceremonias externas, que disputan acerca de este punto del ritual o de aquella práctica en particular, hasta que por todos lados se oyen interminables discusiones y hay malestar. Existen individuos de débil inteligencia y cuya capacidad de razonamiento no se ha desarrollado, pero la fuerza y el poder de la religión no deben ponerse en duda por la incapacidad de estas personas para comprender.

Un niño no puede captar las leyes que gobiernan la naturaleza; pero ello es consecuencia de la inmadurez del intelecto de ese niño; cuando haya crecido y haya sido educado, él también comprenderá las verdades eternas. Un niño no alcanza a entender el hecho de que la Tierra gira alrededor del Sol, pero cuando su inteligencia despierte, este hecho le resultará claro y sencillo.

Es imposible que la religión sea contraria a la ciencia, aun cuando algunas inteligencias sean demasiado débiles o demasiado inmaduras para comprender la verdad.

Dios ha hecho que la religión y la ciencia sean la medida, por así decirlo, de nuestro entendimiento. estad alertas para no menospreciar tan maravilloso poder. Pesad todas las cosas en esta balanza.

Para quien tiene el poder de comprensión, la religión es como un libro abierto, pero ¿cómo puede comprender las Realidades Divinas de Dios una persona carente de razón e inteligencia?

Poned todas vuestra creencias en armonía con la ciencia; no puede existir contradicción, pues la verdad es una. Cuando la religión, libre de supersticiones, tradiciones y dogmas ininteligibles muestre su conformidad con la ciencia, se sentirá en el mundo una gran fuerza unificadora y purificadora que limpiará de la tierra las guerras, desacuerdos, discordias y luchas, y entonces la humanidad será unificada por el poder del Amor de Dios.

Abdu’l-Bahá 

La sabiduría de Abdu’l-Bahá – Conferencias de París- 1911

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La armonía entre la Ciencia y la Religión

Posted by catinur en enero 31, 2009

y300Foto: Mausoleo de El Báb y terrazas por Marco Abrar – http://www.bahaipictures.com

Principios bahá’ís

La armonía entre la ciencia y la religión

La religión debe de estar de acuerdo con la ciencia y la razón, es otro principio de Bahá’u’láh.

No existe contradicción entre la verdadera religión y la ciencia. Cuando una religión se opone a la ciencia, se convierte en mera superstición: aquello que es contrario al conocimiento, es ignorancia.

¿Cómo puede un individuo dar crédito a un hecho que la ciencia ha demostrado que es imposible? Si él cree a despecho de su propia razón, es más bien ignorante superstición que fe. Los verdaderos principios de todas las religiones están en conformidad con las enseñanzas de la ciencia.

La unidad de Dios es lógica, y esta idea no está en contradicción con las conclusiones a las que ha llegado el estudio científico.

Todas las religiones enseñan que debemos hacer el bien, ser generosos, sinceros, veraces, obedientes a la ley y fieles; todo esto es razonable y, lógicamente, el único modo por el cual la humanidad puede progresar.

Todas las leyes religiosas concuerdan con la razón, y están adaptadas a los pueblos para quienes fueron creadas, y para la época en la cual debían ser obedecidas.

La religión tiene dos partes esenciales:

!.- La espiritual.

2.- La práctica.

La parte espiritual nunca cambia. Todas las Manifestaciones de Dios y sus Profetas han enseñado las mismas verdades y han ofrecido la misma ley espiritual. Todos enseñan un único código de moralidad. No existe división en la verdad. El Sol ha enviado muchos rayos para iluminar la inteligencia humana pero la luz es siempre la misma.

La parte práctica de la religión se refiere  a las formas externas y las ceremonias, y a varios métodos de castigos para ciertas ofensas. Éste es el lado material de la ley, y guía las costumbres y la educación de los pueblos.

En el tiempo de Moisés había diez crímenes penados con la muerte. Cuando vino Cristo eso fue modificado; el viejo axioma «ojo por ojo, y diente por diente» se convirtió en «Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian». ¡La antigua ley dura fue cambiada por una de amor, de miseridordia y tolerancia!

En el pasado el castigo por robo era el de cortar la mano derecha; en nuestro tiempo, esta ley no podría aplicarse. En esta época, a alguien que maldice a su padre se le permite continuar viviendo, cuando en tiempos pasados se le habría quitado la vida. Por tanto, es evidente que mientras la ley espiritual nunca se altera, las reglas prácticas deben cambiar en su aplicación, de acuerdo con las necesidades de los tiempos. El aspecto espiritual de la religión es el más amplio, el más importante de los dos, y es el mismo en todas las épocas. Nunca cambia. Es el mismo, ayer, hoy y siempre. «Como fue en el comienzo, es ahora y siempre será».

Ahora bien, todas las cuestiones de moralidad contenidas en la ley espiritual e inmutable de todas las religiones son lógicamente correctas. Si la religión y la ciencia fuese contraria a la lógica de la razón, entonces dejaría de ser una religión, para ser meramente una tradición. La religión y la ciencia son las dos alas con las que la inteligencia del ser humano puede remontarse a las alturas, con las que el alma humana puede progresar. ¡No podrá volar sólo con un ala! Si trata de volar sólo con el ala de la religión, caerá inmediatamente al lodazal de la superstición, mientras que, por otro lado, si sólo trata de usar el ala de la ciencia, tampoco podrá hacer ningún progreso, pues se hundirá en el angustioso pantano del materialismo. Todas las religiones de la actualidad han caído en prácticas supersticiosas, quedando en discordancia tanto con los verdaderos principios de las enseñanzas que ellas representan, como con los descubrimientos científicos de la época. ¡Muchos líderes religiosos han llegado a creer que la importancia de la religión radica principalmente en la adherencia a una colección de ciertos dogmas y a la práctica de ritos y ceremonias! A aquellos cuyas almas pretenden curar les enseñan a creer de la misma manera, aferrándose tenazmente a las formas exteriores, confundiéndolas con la verdad interior.

Ahora bien, estas formas y rituales difieren en las distintas iglesia y entre las diferentes sectas, e incluso se contradicen unas a otras, dando lugar a la discordia, al odio y la desunión. El resultado de todo este desacuerdo es la creencia, entre muchas personas cultas, de que la religión y la ciencia están en contradicción, que la religión no necesita de los poderes de reflexión, y que no debería ser regulada por la ciencia en modo alguno, sino que están, necesariamente, en oposición una con la  otra. El desafortunado resultado de esto es que la ciencia se ha apartado de la religión y que ésta se ha convertido en un mero ciego que sigue, más o menos apáticamente, los preceptos de ciertos maestros religiosos, que insisten en que sus propios dogmas favoritos sean aceptados, aun cuando resulten manifiestamente contrarios a la ciencia. Esto es una necedad, pues es bastante evidente que la ciencia es la luz y por eso la verdadera religión no se opone al conocimiento.

Estamos familiarizados con las frases «Luz y Oscuridad», «Religión y Ciencia». Pero la religión que no marcha mano a mano con la ciencia, se ha colocado ella misma en la oscuridad de la superstición y la ignorancia.

La mayor parte de la discordia y desunión del mundo ha sido creada por las oposiciones y las contradicciones que las personas han forjado. Si la religión estuviese en armonía con la ciencia y caminaran juntas, gran parte del odio y la amargura que en la actualidad causan miseria a la raza humana habría acabado.

Continuará…

Abdu’l-Bahá – La sabiduría de Abdu’l-Bahá , conferencias de París 1911

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La unidad del genero humano

Posted by catinur en enero 31, 2009

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Principios bahá’ís

La unidad del género humano

En tiempos pasados la humanidad se encontraba dividida. Bahá’u’lláh declaró que en la nueva era deberá cesar esta condición y establecerse la unidad. ¡Oh contendientes pueblos y razas de la tierra – escribió – juntáos y por consideración a Dios decidíos a arrancar todo cuanto sea fuente de discordias entre vosotros! Sois todos frutos de un sólo árbol, hojas de una misma rama. Sois todos uno. La tierra es una sola patria y la humanidad sus ciudadanos. No os jactéis del amor a vuestra patria; enorgulleceos, más bien, del amor que tenéis a vuestros semejantes. Tan potente es la luz de la unidad que puede iluminar la tierra entera».

Estando Abdu’l-Bahá en Paris en 1911 dijo en una charla: «Se debe considerar el mundo como un sólo país, todas las naciones como una sola nación, todos los hombres como pertenecientes a una sola raza. Las religiones, razas y naciones son divisiones hechas por el hombre y únicamente son necesarias para su fantasía. Ante Dios no hay, persas ni árabes, ni franceses, ni ingleses. Dios es Dios para todos y para El toda la creación es una.»

A la luz de los nuevos inventos y las mejoras en el transporte y las comunicaciones, la necesidad de reconocer este importantísimo principio para la nueva era, se hace más evidente cada día.

Abdu’l-Bahá dice: «En ciclos pasados no podía realizarse la unidad del género humano. Los continentes se encontraban muy distantes y aún las gentes de un mismo continente les era imposible el trato y el intercambio de pensamientos. Actualmente, sin embargo, los medios de comunicación se ham multiplicado y los cinco continentes del globo se han fundido en uno solo. Para ninguno es ya posible el bastarse a sí mismo, por cuanto lazos políticos unen a todos los pueblos y naciones, y los vínculos del comercio y la industria, de la agricultura y la educación, se fortalecen más cada día. De forma similar, todos los miembros de la familia humana, sean pueblos o gobiernos, ciudades o aldeas, se han hecho cada vez más interdependientes. De aquí pues que la unidad de la humanidad pueda ser realizada en la actualidad. Ciertamente esto no es sino una de las maravillas de esta sorprendente época, de lo cual las épocas pasadas han estado privadas.»

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